La psicología del prompt y por qué la manera de dirigirte a la IA importa

Descubre cómo el tono y la claridad afectan a las respuestas de la IA, y por qué ser demasiado amable puede salirte caro en tokens y paciencia, o salirte el tiro por la culata si eres borde.

TRANSFORMACIÓN DIGITALINTELIGENCIA ARTIFICIALIA GENERATIVA

J. Benavides

5/20/20254 min read

cartoon image of a robot sitting at a desk with two co-workers and a token counter on the wall
cartoon image of a robot sitting at a desk with two co-workers and a token counter on the wall

La psicología del prompt y por qué la manera de dirigirte a la IA importa

Ya lo sabemos. A veces hablarle a una IA sigue pareciendo tan absurdo como pedirle amablemente al microondas que te caliente el té. Pero hoy no venimos a juzgar modales (lo mismo sí), sino a diseccionar con bisturí y una pizca de sarcasmo bien medido, cómo afecta el tono de nuestras palabras a la calidad de las respuestas que nos da la IA. Y de paso, recordar a esos jefes que aún viven en la industria 1.0 y siguen tratando a humanos e IAs como esclavos que las reglas hace tiempo que han cambiado. Para tod@s.

Primero, los datos: ¿mejor con un 'por favor'?

Tres investigaciones que nos dan chicha para pensar:

  • Mollick y su tropa: unos 19.800 prompts lanzados a un modelo de IA tipo preguntas de examen (esos famosos 'benchmarks'). Descubren que ser educado no garantiza nada; es no dar instrucciones claras lo que baja el rendimiento hasta 12 puntos. Moraleja: mejor pedir 'hazme un resumen en 5 puntos', que llamarle 'hermosa máquina del saber'.

  • Yin et al.: Analizaron la cortesía en inglés, chino y japonés. Confirmaron que ser un cafre empeora las respuestas y aumenta los sesgos. Pero pasarse con el azúcar tampoco mejora nada.

  • Gustavo Entrala: Enfrenta a un ángel y a un demonio pidiendo lo mismo a la IA. Resultado: el ángel genera respuestas largas (y caras en número de tokens), el demonio respuestas directas (y a veces erradas).

Entonces, ¿gritamos o susurramos?

Ni lo uno ni lo otro. El consenso actual es claro:

  • Claridad estructural + cortesía mínima = mejores respuestas

Es decir, trata a la IA como a un buen becario con potencial. Dale instrucciones claras, un 'por favor' al principio, un 'gracias' al final, y no le pidas que te lea la mente.

IA y jefes de otra era: un match imposible

Un aviso para dinosaurios con despacho. Esta nueva forma de trabajar no va con viejos tics. Las IAs no responden mejor a gritos, ni con amenazas de reducir el tiempo para el café. No entienden de jerarquías, pero sí que detectan la ambigüedad como un sabueso el jamón.

Además, aquí no valen ni el 'porque lo digo yo' ni el 'esto siempre se ha hecho así y punto'. La IA ni se inmuta ante un tono autoritario, ni aumenta su ansiedad porque le eches encima tu aura de jefe supremo. De hecho, lo único que se acelera con ese estilo es el bloqueo del modelo por potencial uso indebido.

No estamos diciendo que la IA venga a sustituir a nadie (aún), pero sí que puede poner en evidencia los hábitos más ineficaces del management tradicional. En especial cuando un freelancer, un pequeño comercio o una entrenadora de fútbol de barrio es capaz de generar en minutos lo que antes requería un equipo entero y tres reuniones interminables... y todo sin necesidad de que la jefa grite.

Los jefes 1.0 no están perdiendo solo poder, sino el monopolio de la productividad malentendida. Y eso sí que debe escocer...

Por qué demasiada amabilidad puede salir cara

Sabemos que ser amable está bien... hasta que la factura de tokens empieza a parecer el ticket de una boda con barra libre. Cada palabra de cortesía extra que añades en tu prompt suma tokens. Y la IA, como buena máquina educada, suele responder en el mismo tono, con más palabrería y menos síntesis.

Según los cálculos divulgativos de Gustavo Entrala, ese exceso de azúcar en millones de interacciones diarias podría suponer para un Open AI, por ejemplo, hasta 97 millones de dólares al año en coste de tokens. Una cifra digna de provocar sudores fríos en cualquier departamento financiero. Y ya sabemos quien lo termina pagando... tú y yo.

Por eso, una cortesía mínima y funcional es más que suficiente. Saluda si quieres, pero no le hagas la pelota como a tu jefe 1.0 antes de la evaluación anual.

Cómo hablar con tu IA sin romperle el alma ni vaciar la tarjeta

  • Empieza suave: Un 'por favor' puede evitar potenciales bloqueos de seguridad. Sobre todo si el tema es escamoso.

  • Define bien el formato: 'Dame un resumen en 4 viñetas de 30 palabras' o 'Explícamelo como si tuviera 5 años'.

  • Evita lo empalagoso: Si usas 'oh sabia IA mágica', probablemente recibirás un ensayo de 600 palabras con confeti, lacitos... y sin sustancia.

  • No abuses del 'te ordeno': Útil en modo trasteo, pero arriesgado. Algunas IAs tienen su corazoncito de silicio, aunque sea simulado a base de datos de entrenamiento.

Y recuerda...

La IA no se enamora si le hablas bonito, ni se rebela si eres borde (aún, que sepamos). Pero en un mundo donde la precisión y la eficiencia importan, saber pedir bien no es solo de buena educación: es una ventaja competitiva. Mientras tanto, nuestros jefes de la industria 1.0 seguirán preguntando si eso del ChatGPT se puede imprimir en papel. Así que mucha paciencia con las criaturitas...

Bienvenidos al presente. Habla claro. Pide bien. Y si puedes, con gracia, que la vida vuela...

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